viernes, 29 de mayo de 2009

El olvido que seremos “Héctor Abad Faciolince”

En el “olvido que seremos” descubro que las personas deben ambicionar metas superiores al solo goce de la vida, el tener metas nos diferencia a unos de los otros, pero lo mas importante no es alcanzarlas, si no tratar de luchar por ellas. En la mayoría de las ocasiones nos rendimos al primer intento y no somos capaces de arriesgarnos a intentarlo nuevamente. Sin embargo muchos somos concientes que podemos hacer algo por el país en el que vivimos pero por temor a fracasar o no ser escuchados no somos capaces de hacerlo o intentarlo.

En un país como Colombia la opinión o la oposición políticamente tiene unas grandes brechas para poder ser expuestas a la sociedad; en la mayoría de las ocasiones son señalados como terroristas como el caso de Héctor Abad que busco con cada una de sus criticas lograr un país mas justo y sobretodo tratar de lograr una igualdad social sin diferencias económicas. En un país violento a lo largo de las últimas épocas personas como el profesor Héctor abad son vistas como revoltosos y personas que buscan lograr una cierta oposición a el gobierno. Pero en su pensamiento solo buscan lo mejor para el pueblo, y sus logros son pocos recordados; que hacen que su muerte halla sido un suceso mas para un país que las muertes son sucesos diarios.

En este libro la violencia de un país se refleja de la manera más cruel posible en el escritor que vio en la muerte de su padre, las consecuencias que pago por tratar de hacer respetar los derechos humanos y de lograr una política justa, que se vio interrumpida cuando 6 balazos atravesaron su cuerpo sin dejarle oposición alguna.

Me enseña como un escritor relata la crónica de un amor profundo (el del hijo por el padre y viceversa), y me deja como enseñanza que denunciar la represión, las injusticias, los desmanes, la corrupción, tiene como un fin la muerte de un hombre que nunca dio su brazo a torcer después de todos sus inconvenientes.

Creo que la felicidad está siempre en un equilibrio peligroso, inestable, a punto de resbalar por un precipicio de desolación, siempre ahí una amenaza de desdicha, y somos ajenos a ella, dependemos de el ser querido para poseerla y este al marcharse la felicidad cae por aquel precipicio sin obstáculo alguno al olvido.